Guillermo Parra y Christopher Swanno - Agencia Reuters
NUEVA YORK/SAO PAULO.- La nueva intervención cambiaria de Brasil por U$S 60.000 millones, es sólo un rescate con otro nombre. El plan del Banco Central para fortalecer al real parece estar pensado para disimular la deficiente política del Gobierno y los errores empresariales.
La depreciación de la moneda brasileña ha importado inflación, afectando a los voraces consumidores de la clase media, algo que debe estar preocupando a la presidenta Dilma Rousseff. En tanto, las empresas cometieron el pecado capital de endeudarse en dólares. Esto no terminará bien.
Por el momento, el banco central brasileño ayudó a detener las pérdidas del real, que este año se debilitó más de un 15% frente al dólar a su nivel más bajo en casi cinco años. En el largo plazo, Alexandre Tombini, el gobernador del Banco Central, está peleando una batalla perdida.
A medida que suben los rendimientos de los bonos en Estados Unidos, es probable que el dinero siga saliendo de mercados emergentes como India y Brasil, donde la liquidez es menos que óptima.
Decisiones tomadas con miras sólo en el corto plazo en Brasilia y en los directorios del país sólo pueden servir para hacer de esta una realidad más dolorosa.
Gran parte de la estrategia de crecimiento de Brasil en el siglo XXI ha dependido de incentivar el consumo nacional, lo que explica en cierta forma la intervención cambiaria. Un real debilitado introduce inflación -ya cerca del techo del rango objetivo de 6,5%-, lo que a su vez amenaza con reducir el apetito, financiado con crédito, de los consumidores por electrodomésticos, electrónica y otras importaciones, deprimiendo aun más un crecimiento ya magro.
Pero también está claro que muchas empresas brasileñas no prestaron atención a la lección básica de la crisis asiática de 1998.
Desde 2008, la deuda corporativa denominada en moneda extranjera ha aumentado en casi el doble a U$S 173.000 millones, según datos del banco central.
A menos que el dinero recibido se usara en la adquisición de activos que generasen ganancias en la misma divisa, la baja del real encarece el pago de esos préstamos. La empresa de telecomunicaciones OI, por ejemplo, recortó su dividendo el 14 de agosto, tras reportar en el segundo trimestre una pérdida por U$S 367 millones, vinculada al tipo de cambio.
Por supuesto que parte del cometido del Banco Central es ayudar a aliviar los problemas de liquidez inmediatos de las empresas y consumidores de Brasil y, de ese modo, colaborar con el crecimiento económico. Pero la política monetaria no puede proteger por completo a las compañías o ciudadanos.